martes, 29 de septiembre de 2009

Rocky Sullivan

Hay antihéroes muy atractivos, como Rocky Sullivan, un personaje de la película Ángeles con caras sucias; que hace que uno se identifique con él o que, al menos, justifique sus acciones. Sus valores inusuales lo hacían ver diferente del resto de las personas de aquella sociedad.

Surgió de la pobreza hasta convertirse en alguien adinerado por su determinación y desconfianza para hacer negocios. Adquirió astucia para librarse de las persecuciones oficiales. Lo que le garantizaba obtener el respeto y la obediencia entre los socios y los niños, para sostener su reputación de hombre capaz de enfrentarse a cualquiera.

Realiza actos que son considerados como heroicos para los niños, los impresiona con su experiencia de ladrón, los involucra en asuntos de negocios y es el reflejo de lo que ellos quisieran hacer: burlarse de la justicia para conseguir dinero. Para Rocky la imagen que construyó era importante, pues la admiración que le profesaban sostenía su orgullo.
No carece de cualidades positivas como el coraje, la fortaleza y perseverancia. Pero tiene imperfecciones que lo separan de los típicos héroes, es mentiroso e inmoral (por sus negocios ilegales y la influencia en esos niños ingenuos).

Se traicionó a sí mismo, a su principio de no rendirse con facilidad porque estaba dispuesto a morir por sus ideales; este ideal que él construyó como eje fundamental fue destruido al morir como un cobarde para acceder a la petición del padre. Un acto de solidaridad que demostró anteriormente al persuadir a los jóvenes a hacer deporte y al donar dinero para el proyecto de su amigo el padre, una especie de rescatador que quiere ser reconocido.

Al final los espectadores nos quedamos con la sensación de que Rocky no es del todo malo, y que bajo la condición de que el fin justifica los medios, fue equivocada la decisión de sentenciarlo a muerte. Porque era un hombre autentico, que mientras desafiaba la justicia y era temido por muchos, generaba simpatía con su cara graciosa que le impedía ser amenazante.

La justicia sentenció a un niño grande sin pandilla, que se entretenía con los seguimientos de la policía y el reconocimiento de toda la ciudad. Mientras el padre cumplió su objetivo de rescatar a los niños, utilizando la mentira como herramienta, una herramienta que es un anti-valor y que quizá le enseñará a los niños a siempre decir la verdad.